La nueva legislación aprobada por el gobierno de Perú permite que las asociaciones de pacientes con registro oficial cultiven, transporten y almacenen cannabis y derivados con fines terapéuticos. El cannabis medicinal se legalizó en Perú en 2017, pero hasta el día de hoy muy pocas farmacias tienen cannabis o derivados para vender. La nueva ley aprobada por el gobierno pretende superar esta dificultad de acceso de los pacientes.
El cultivo asociativo de cannabis medicinal y la producción de derivados ya son legales en Perú, luego de que el gobierno promulgara una nueva legislación aprobada por el Congreso, a pedido de pacientes y familiares. La ley permitirá que las asociaciones de pacientes inscritas en el Registro Nacional de Pacientes Usuarios de Cannabis cultiven, procesen, transporten y almacenen cannabis y sus derivados con fines exclusivamente terapéuticos.
Las licencias serán entregadas por el Ministerio de Salud, mientras que la Dirección Antidrogas de la Policía Nacional del Perú realizará un protocolo para garantizar la inocuidad del cannabis y sus derivados para uso medicinal y terapéutico, así como del producto terminado.
Aunque el cannabis medicinal y sus derivados, como el aceite de CBD, se legalizaron en 2017, el acceso a los productos siguió siendo difícil para los pacientes porque pocas farmacias los venden.
El autocultivo asociativo resultó de una paciente petición al Congreso
Pacientes de la asociación Cannabis Gotas de Esperanza y la Federación de Cannabis Medicinal (Fecame) han presentado una petición al Congreso para que autorice el autocultivo. El proyecto de ley propuesto por las asociaciones también contemplaba el autocultivo personal, pero esto no fue incluido en el texto promulgado. Para la actriz, comunicadora y activista peruana Francesca Brivio, fundadora de Cannabis Gotas de Esperanza, este es “el paso definitivo” para avanzar en el uso del cannabis con fines terapéuticos, que utiliza para aliviar el dolor y los síntomas de tres enfermedades raras (trastorno de mastocitos, síndrome de Raynaud y síndrome de Ehler Danlos). Con el cannabis, Francesca obtuvo un alivio que nunca antes había tenido con ningún medicamento convencional, lo que mejoró significativamente su calidad de vida.
Lo mismo ocurre con la asociación Buscando Esperança, que cuenta con un grupo de 60 familias que administran derivados del cannabis medicinal para tratar diversas enfermedades de sus hijos, como la epilepsia o la esclerosis tuberosa.
Antes de la legalización del cannabis medicinal en 2017, esta asociación fue objeto de un operativo policial, donde se incautaron sus plantas y herramientas utilizadas en el cultivo, lo que demuestra el estigma y las dificultades que existían en el tratamiento de estas enfermedades.
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